Desde una situación privilegiada dentro de la trama de esta pequeña isla, con vistas a la plaza central y a la iglesia, el proyecto se enmarca en un solar entre medianeras con unas condiciones urbanísticas muy restrictivas, explorando sus límites hasta conseguir optimizar sus posibilidades volumétricas. Un sutil giro de la cumbrera posibilita generar dos habitaciones con terrazas independientes con vistas privilegiadas hacia el mar y hacia el pueblo, respectivamente. En el acceso por la fachada principal, un gran enrejado filtra la iluminación natural hacia un espacio que conecta visualmente los espacios comunes y sirve de punto de acceso al distribuidor principal y a su vez a todas las estancias del hotel, priorizando la calidad espacial del conjunto.