Dos piezas que nacieron independientes ahora pasan a tener un objetivo común. La unificación del programa y su ineludible naturaleza física independiente dan como resultado un volumen doblado, abierto por su núcleo, ofreciéndose recíprocamente en su cara interior. Un doble movimiento de torsión da como resultado dos fachadas internas formadas por paraboloides hiperbólicos que se complementan e interactúan, estableciendo un diálogo continuo de usos, interacciones y recorridos. Estas caras interiores se abren a modo de membrana permeable aprovechando su generatriz recta, convirtiéndose en un límite difuso entre el volumen edificado y el espacio abierto común, permitiendo una comunicación continua entre los dos volúmenes y entre sus respectivos usuarios.